Argentina en alerta por rabia
La detección murciélagos con rabia en Buenos Aires despertó la alerta, porque suelen ser el primer eslabón de contagio de la enfermedad. Si bien es cierto que pueden afectar directamente a las personas, el mayor temor radica en los animales domésticos como gatos y perros; ya que éstos últimos son los responsables del 99% de los casos en que la enfermedad llega a los humanos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El organismo internacional define a la rabia como una enfermedad vírica infecciosa que resulta mortal en casi todos los casos una vez que han aparecido los síntomas clínicos. La infección en las personas suele producirse por la mordedura o el arañazo profundos de un animal infectado. En América, los murciélagos son la principal fuente de infección en los casos mortales de rabia.
Los síntomas tras una mordedura o contacto con animales infectados no aparecen al instante. El periodo de incubación suele ser de 1 a 3 meses, pero puede oscilar entre una semana y un año, dependiendo de factores como la localización del punto de inoculación y la carga vírica.
Las primeras manifestaciones son la fiebre acompañada de dolor o parestesias en el lugar de la herida. La parestesia es una sensación de hormigueo, picor o quemazón inusual o no explicable por otra causa.
La enfermedad puede adoptar dos formas. En la primera, la rabia furiosa, los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, hidrofobia (miedo al agua) y, a veces, aerofobia (miedo a las corrientes de aire o al aire libre), y la muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio. La otra forma, la rabia paralítica, representa aproximadamente un 30% de los casos humanos y tiene una evolución menos grave y, por lo general, más prolongada. Los músculos se van paralizando gradualmente, empezando por los más cercanos a la mordedura o el arañazo. El paciente va entrando en coma lentamente y acaba falleciendo.
Según indica la OMS, el tratamiento consiste en el lavado inmediato y a fondo de la herida con agua y jabón después del contacto con un animal sospechoso y la consulta inmediata en un servicio de salud a fin de determinar la pertinencia de la aplicación de una vacuna antirrábica y la administración de inmunoglobulina antirrábica, si está indicado.